jueves, marzo 20, 2008

Rojo y negro

Por Gladys Lopreto


          Mi sangre, rojo y negro.

Rojo de los antiguos hombres que poblaron la tierra,
fino fluido de la vida,
raíces que se abrazan
al tejido enterrado de árboles y de pájaros,
suave río caliente
que me inunda por dentro
trasportando canciones,
alumbrando mañanas y atardeceres,
susurrando
los deseos del aire que recorre los cuerpos,
los envuelve y los une
en comunión sagrada.

Los hematíes de mi sangre
llevan el antiguo fuego.

          Pero también
          un líquido plomizo,
          un hollín insidioso,
          entraron para siempre
          y anidaron el centro cordial de cada célula
          del río que surcaba transparente mi cuerpo.
          Entonces
          el aire no es gozoso,
          entra abriendo la carne con oscuros cuchillos
          y nos une a las sombras.

Nunca más
la alegría primigenia,
nunca más
la claridad del canto,
En la laguna
pesada asciende el agua
bajo una lluvia fría y lenta que no acaba.

A veces
un brillo, una luz, una palma caliente,
es el rojo que brota,
          pero otras
          la cabeza se inclina agobiada de asfalto,
          grávida de negrura
          y no remonta el vuelo.  



Gladys Lopreto © Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción sin permiso expreso de su autora.




No hay comentarios: