martes, noviembre 20, 2007

Cuando Rosebud es Maribel (I)


Siento vértigo, cierta clase de tembleque, al pensar que cuando leas estas líneas sabrás mucho más que yo, incluso de mí mismo, mientras tanto me aplico en escribirlas.

Yo sólo puedo decir cosas buenas, de ésas que brotan de los más abandonados rincones del corazón, ahora que únicamente soy una ansiosa esperanza de poder estrecharte entre estos brazos.

Mientras, ahora mismo también, tú estarás muy ocupada, voluntariamente empeñada en distraerte y no pensar en nada para no acabar de ponerte mala, al tiempo que rastrearás sombras de mí en la penumbra, preguntándote con urgencia si es que realmente merecerá la pena dar fuego al bosque entero…

Mientras yo indago y me hundo buscando en ese eterno edén de tus tripas rotas, impaciente por devorar cada uno de sus frutos de vida llena, tú estarás temblando al pensar que tus sencillos, naturales y necesarios fantasmas no vayan a acudir tal vez a la cita, otra vez más…

viernes, octubre 26, 2007

Auuuuuuuuuuuuuuuuuuu

La luna es un pozo chico,
las flores no valen nada,
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazan

Federico García Lorca



Lágrimas, tristes lágrimas, ay, de tristezas grandes y saladas soledades, sin más explicaciones.

Olvidos, ay, amargos olvidos que se consuelan allá donde los sollozos, quemándolo todo, abren su claro en el bosque.

Allí donde, muy solos, ay, se encuentran los lobos y se abrazan a la luz escondida de esta Luna tuya y mía.

miércoles, octubre 03, 2007

Sicalipsis Now! (I) Una terapia de urgencia

"Eppur si muove…", dicen que dijo Galileo Galilei




I

Bajo su apariencia convencionalmente correcta y pulcra, un asunto de pura fachada profesional, por decirlo de alguna manera, Cordelia es tan rara como la luna que lleva su nombre.

Hace unos días me llamó de sorpresa, como siempre. Como siempre, sí, ya que siempre está ocupada y con mucho que hacer como para poder ponerse a pensar en sí misma, por lo que no suele ser cosa frecuente que se acuerde de mí.

Yo vengo a ser su paño de lágrimas, para entendernos, y he de declarar que me doy por muy satisfecho con semejante distinción.

Como no sea de risa, tampoco es que sea una mujer dada a llorar, al menos en presencia de testigos, también he de aclarar.

Digamos que a veces tiene necesidad de consultar cuestiones y entonces, según sea la naturaleza del asunto y si no se le ocurre nada mejor, es posible que recurra a mí.

Para mí también es satisfactorio el trato, pues además de que me agrada mucho su presencia, también me siento muy recompensado pudiendo ver las cosas a través de su mirada, siempre interesante e interesada.

Siempre va al grano, y eso naturalmente me maravilla.

—Resulta que entre los bosquimanos del Kalahari existe una curiosa costumbre —arranca Cordelia después de animarse con un sorbo de café—. Como ya sabrás, no es que el desierto del Kalahari sea precisamente un lugar como para poder llevar una vida regalada, ni mucho menos, así que esta gente tiene que ingeniárselas muy bien para lograr subsistir allí.

Siempre consigue sorprenderme esta mujer. Sus libros de cabecera suelen ser del estilo de "Cómo triunfar en los negocios con gracia y salero", "Psicología aplicada al trato con directores de banco díscolos" o "El amor como PYME", así que me tiene completamente intrigado con este su repentino interés por la antropología romántica.

—Sigue sigue, por favor —le digo finalmente—. Te estoy escuchando con mucho interés.

Interés es una palabra clave para ella, algo así como la llave maestra de su corazón, así que, debidamente convencida, se apresta a continuar:

—Esteatopigia es la clave, agárrate a la palabreja —me dice, lanzándome una centelleante mirada que me parte en dos—. No sé si te dice algo.

—Sí, claro, cómo no —consigo responder—. Es una cosa que les pasa a las mujeres africanas…

—Sí, claro, a las mujeres africanas —asiente, tomando carrerilla—. Bien, vamos a dejarlo así por ahora. El caso es que, para lo que aquí nos interesa, consiste en un mecanismo de adaptación por el cual las mujeres africanas de etnias tales que la bosquimana del Kalahari acumulan reservas energéticas en las épocas de abundancia para poder recurrir a ellas cuando sobreviene la escasez.

—En los glúteos —oso aclarar.

—En sus traseros, efectivamente —asiente ella satisfecha—. Se les pueden poner enormes, y claro está, como no podía ser menos, eso a los hombres les resulta del mayor interés, de manera que cuanto más reservas tenga una mujer, tanto mayor será su atractivo.

—Según un estudio de una universidad norteamericana muy distinguida, el interés por los glúteos suele ser una preferencia de varones con un alto coeficiente de inteligencia —argumento defensivamente por si acaso.

—Para eso sois todos geniales, hay que reconocerlo —dice Cordelia sonriéndose, aprestándose a tomar otro sorbo de café.

—Todos todos, no —protesto enérgicamente—. En la disyuntiva de tener que elegir, las cifras del estudio indican que la inmensa mayoría de los varones se decantan por los senos femeninos.

—Por un buen par de tetas, que se suele decir —asiente rápidamente—. Sí, seguramente será así. La cuestión es que, al parecer muy inteligentemente, a la luz de ese decisivo estudio que mencionabas, los bosquimanos del Kalahari se mueren de pasión por los culazos de las bosquimanas en proporción directa a su bulto, cuanto más grande mejor.

—Sigue teniendo sentido —me dispongo a argumentar—. Digamos que la mujer tiene así garantizada su autonomía en caso de necesidad, mientras que ella sería la última en poder beneficiarse de sus propias ubres, por muy grandes y henchidas que las tuviera.

Me hago el tonto mientras ella me lanza rayos con la mirada.

Soy plenamente consciente de que lo de las ubres le ha llegado hasta el fondo del alma.

Sus pechos son, por cierto, muy hermosos. Lo mismo que su trasero, por otra parte. Faltaría más.

No estaré descubriendo ningún nuevo mundo si digo que en realidad toda ella es hermosísima y bellísima, pues es algo público y notorio. Hasta el punto de que siempre escogemos la posibilidad más discreta para nuestros encuentros, pues me llena de desasosiego la curiosidad que nuestras incongruentes presencias suele suscitar.

Y poder verla así, a punto casi de estallar de impaciencia y contrariedad, eso es ya todo un privilegio, reservado únicamente para un selectísimo número de supervivientes.

De hecho, no conozco a nadie más que, siendo capaz de ponerla en semejante trance, luego no haya pasado inmediatamente a engrosar la lista de sus ex: Ex-marido, ex-socio, ex-empleado, ex-banquero, ex-amigo o ex-amiga…

En realidad no tengo noticia de nadie tan osado como yo en este sentido, del mismo modo que tampoco tengo el menor reparo en admitir que soy un privilegiado.

—Qué bruto eres! A veces me desconciertas —acierta a decir finalmente—. En fin, a lo que íbamos, que luego ya habrá tiempo de ajustar cuentas.

A veces me suele sermonear. Me empieza a decir cómo y dónde me tengo que vestir y cortarme el pelo. Si de ella dependiera, tendría el mundo como si fuera su casita de muñecas, todo arreglado, ordenado, primoroso y reluciente.

Dice que conoce muchísima gente desastrosa, pero ningún caso tan grave como el mío, porque no es una cuestión de dejadez o descuido, sino algo deliberado.

Dice que en tiempos ella también fue una anarquista como yo —!!!—, por probar, pero que luego no tuvo más remedio que madurar, porque comprendió que a este mundo no se viene uno a quejarse y protestar, sino a procurar hacer las cosas bien.

Antes la temía, pero ahora me hace disfrutar como nadie. Como ya he comentado más arriba, me suele gustar ver las cosas a través de su mirada.

Mi armas secretas, por decirlo de alguna manera, son que nunca le llevo la contraria ni pongo en cuestión sus asuntos, así que nunca discutimos.

A veces también, me suele decir cosas muy amables.

Lo mejor que me ha dicho hasta ahora, en más de una ocasión además, es que en cuanto tenga tiempo se ocupará de mí. Según ella, me quiere poner a funcionar como es debido.

Dice que soy como un diamante… en bruto, claro está.

Otra cosa que he aprendido a través de ella es la fascinación por los metales y las piedras preciosas. Las joyas la vuelven loca, pero dice que no tiene más remedio que ser práctica y que por eso se conforma con manejar dinero, mucho dinero, cuanto más dinero mucho mejor. Este aspecto de su persona también me llena de admiración, por supuesto.

Sus ojos sí que son un par de joyas preciosas, únicas en todo el orbe, sin duda, y ahora me están mirando; muy brillantes, por cierto.

—Pues resulta que los pretendientes bosquimanos del Kalahari tienen una costumbre curiosísima a la hora de declarar sus sentimientos a la mujer que desean tomar como esposa —dice, atenta mis reacciones—. Seguro que te va a hacer mucha gracia.

—Seguro que sí —asiento sin dudar, convencido—. No será la primera vez que me sorprendas, queridísima Cordelia de mis entretelas, así que adelante, estoy preparado.

—Ni más ni menos que se dedican a tirar flechitas a los esplendorosos culazos de sus idolatradas—dice finalmente, satisfecha de mi perplejidad ante la repentina revelación—. Resulta que para esas cosas del amor tienen unos arquitos muy pequeñitos con los que lanzan una flechitas igualmente muy pequeñitas, menos mal, para clavarlas en los traseros de sus amadas y así declararles su ardorosa pasión. Tampoco les resultará muy difícil acertar en el blanco, por supuesto, pero hay que reconocer que ya sólo la ocurrencia tiene su mérito.

No puedo evitar mirar a mi alrededor para cerciorarme de que el mundo sigue girando como siempre, indiferente, comunicando imprescindibles sensaciones de costumbre, equilibrio y fiabilidad.

Ella también hace lo mismo, pero su mirada lleva otro rumbo muy diferente.




—Tienes que venir a casa a probar un café que me he traído este último viaje —dice finalmente, muy seria—. No sé si ya te he contado que nos fuimos de vacaciones a Indonesia. Quería sacarles a los críos a dar una vuelta por el mundo, a ver si empiezan a enterarse, pues se pasan todo el día encerrados con la tele y esa mierda de los videojuegos. En fin, a lo que íbamos, hablando de mierdas: Se llama Kopi Luwak y es el café más caro del mundo. Quiero saber qué te parece. Ya te contaré los detalles, pero es la cosa más extraña y caprichosa que me he puesto delante jamás. Una auténtica mierda, como lo oyes, sólo que convertida en oro, para que luego digan de los alquimistas.

—Mis noticias llegan como mucho al mítico café de las Blue Mountains de Jamaica, que también es muy caro, pero te aseguro que no es ninguna clase de excremento —digo tranquilamente, sin que me tiemble la voz, convencido.

—Bien, a lo dicho, te llamaré la semana que viene, lo tienes que probar —resume entre centelleos en la mirada, dispuesta a continuar con lo suyo—. Si te fijas bien, el cortejo de los bosquimanos del Kalahari viene a ser como la historia de Cupido con sus flechitas del amor, no es cierto?

—Sí, indudablemente —asiento convencido.

—Además, si se tiene en cuenta que los bosquimanos del Kalahari suelen ser pequeñitos, creo que antes les llamaban pigmeos, el parecido es aún más asombroso, puesto que Cupido suele ser un niño —concluye satisfecha su inspirada comparación—. El caso es que, imagínate, tener el culo lleno de flechitas clavadas, a cuenta de que una tenga muchos y muy apasionados pretendientes.

—Cuesta mucho hacerse una idea, la verdad —reconozco convencido—. A lo mejor lo tienen anestesiado, ya que a fin de cuentas no es otra cosa que un buen colchón de grasa.

Esta vez prefiero cruzarme de brazos y mirar al suelo, hacia la punta de mis zapatos, pues no me siento capaz de enfrentar su mirada, que ya me basta con imaginar.

—Tanto te cuesta entender que la gracia consistiera, precisamente, en poder sentirlas muy bien? —corrige impaciente, buscando mi mirada—. Ya que se toman un trabajo tan delicado, lo lógico será que les suponga alguna clase de disfrute muy particular, de auténtica exquisitez, digo yo, porque si no fuera así no veo qué otro interés pueda tener.

—Interés es la palabra, sin duda —me arriesgo, convencido de poner en peligro mi integridad por una causa justa.

—Mira por dónde, me parece que vamos a tener una conversación muy interesante —suspira finalmente, renunciando por un momento a hipnotizarme como a un pájaro con su mirada—. Tampoco será la primera vez, claro está, y eso es lo que podía esperar cuando he recurrido a ti. Necesito aclararme de algunas cuestiones que me tienen un poco preocupada.

—Sírvete tú misma, como de costumbre —me rindo convencido.

Esta vez sí quiero ver sus ojos, brillantes de satisfacción mientras sonríe sin poderlo evitar.

—Ahora hablando en serio, qué pensarías si te dijera que me gustaría probar una cosa así —añade finalmente, mirándome fijamente, sin darme cuartel—. Tener el culo lleno de flechitas clavadas, quiero decir.

Alrededor, en el mundo, la tarde parece detenida en un mismo momento eterno, sin señal de cambio ni progresión, plácidamente.

—Ya lo sabes —añado por mi parte después de pensarlo bien, aunque en un convencido tono casual—: Por mi parte, ahora mismo puedes cargarme de cadenas y puedo gustoso morir…

(continuará…)

jueves, septiembre 27, 2007

La Luna se esconde esta noche…



Hum hum, hoy la Luna no se ha dejado ver, a pesar de que era su noche del mes.

Llueve, en cambio, hoscamente, anunciando el otoño a las puertas.

Ya que no a andar por ahí, dedicaremos el momento a los juegos privados de salón, jamalají jamalajá, viendo qué tenemos por allá y por aquí:

En la nítida visión que transcurre a continuación, el cielo está azul y el sol del mediodía consigue todavía templar la desapacible brisa de la altura.

—Sinceramente, no me da ninguna pena que se acabe el verano —dice, abrazándose al tronco de un árbol, con la mirada puesta en el horizonte, mientras poco a poco el cielo a sus espaldas se va alborotando de nubes—. Ya llegarán otros mejores…

Sí, sin duda, mejores tendrán que ser…

Su mirada se anima, brillante, cuando piensa en los tiempos por venir, y en la sonrisa, bajo la complacencia aparente, se advierte decisión.

También podría tomarse por despreocupada su actitud, con las piernas a medias entrecruzadas, casi indolente.

Tanto la manera de abrazarse al árbol, sin embargo, evaluando su sólida firmeza, como el modo en que los pies se asientan en el suelo, dispuestos a resistir, todo indica que no se descartan ni vientos ni tempestades a medio plazo.

Sí, sin duda, cueste lo que cueste, merecerá la pena esforzarse por esos días prometedores…

Como cuando las nubes van tiñendo de sombra el valle al pasar, secretos que ella sabrá la hacen sonrojarse al pensarlos, intensamente.

—No, no lo pienso decir. Ya tendrías que haberlo adivinado. En realidad hace tiempo que lo sabes, pero siempre se te olvida. Igual es que tienes demasiadas cosas que recordar…

Sí, sin duda, demasiadas, así que lo más sencillo es preguntar directamente…

—Tú te lo pierdes… —añade, fingiendo indiferencia mientras la visión se esfuma lentamente.

Hum hum, sí, de nuevo aquí, en este terco cerco de sombras sin rubor, soñándote.

También ausente, mientras la galerna barre el gélido aguacero a los cuatro vientos, la Luna se habrá emboscado en algún puerto seguro, muy lejos de aquí.

Sí, sin duda, recuerdo las hogueras brillando en la tarde helada, luciérnagas ardientes de mi oscura intimidad…

jueves, septiembre 20, 2007

Todo va bien…

Escribo acaso para los que no me leen. Esa mujer que
corre por la calle como si fuera a abrir las puertas
a la aurora.

Vicente Aleixandre





Sí, todo va bien, pero ya son varios días que nada sé de ti.

Casi sin darme cuenta, ya me he acostumbrado a verte ir y venir de un lado para otro, siempre decidida y siempre apresurada.

Con ese aire de estar constantemente ocupada, preocupada seguramente por muchas cosas, lo que al principio me llamaba la atención, sin embargo, era esa tu aparente serenidad.

Lo de aparente lo digo porque ahora ya soy consciente de que en más de una ocasión, mientras vienes y vas, dentro de tu cabeza todo habrá de ser agitación, con los pensamientos girando en un torbellino, buscando respuestas, explicaciones y fórmulas mágicas para tantas y tantas preocupaciones de toda clase de pesos, volúmenes y densidades.

La última vez que te vi estabas parada en el semáforo, esperando a que se pusiera verde para cruzar.

Como de costumbre, parecías una persona anónima más, sin muchas historias ni complicaciones; claro que una vez más te delataban algunos pequeños gestos irreprimibles, como un leve fruncir de los labios mientras tus ojos buscaban furtivos en las alturas, mirando hacia ese lugar donde se piensa que se guardan y cuidan las esperanzas…

Nuestras miradas apenas se cruzaron, correctamente vacías como siempre, y aunque estoy bien seguro de que no me reconociste, ya me sentí tranquilo y más contento, pues para mí es suficiente con verte pasar.

Al igual que cuando no hay respuestas, es curioso lo que se puede llegar a imaginar del silencio mientras se esperan noticias, y me suelo reprochar esa tendencia a interpretar negativamente esas que luego suelen resultar ser simples pausas, mínimos olvidos, intrascendentes distracciones.

Claro que por qué habría de pensar que justamente durante esta ausencia fueras a estar en el lugar que más podrías desear, de la mejor manera posible, viviendo y disfrutando algún irrepetible momento de plenitud, verdad?

sábado, septiembre 15, 2007

Para siempre…

Muere lentamente
quien evita una pasión y su remolino
de emociones…

Pablo Neruda



Tal día como hoy, hace 14 años, moría en Lyon, donde había establecido su residencia, Anna Moana Rosa Pozi, más conocida como Moana Pozzi.

Víctima de una dolencia que acabó con ella en cuestión de meses, desaparecía de esta manera a los 33 años, en pleno esplendor de su belleza y también de su carrera profesional, ambas estrechamente emparejadas, igualmente singulares e irrepetibles ambas también.

Nacida en Génova el 27 de Abril de 1961 en el seno de una respetable familia de clase media y muy primorosa y católicamente educada en las buenas costumbres, nada en su vida parecía anticipar que un buen día fuera a iniciar una fulgurante carrera de actriz que muy pronto la convertiría en una popularísima "pornostar".



—Recuerdo mi infancia como un periodo tranquilo y sin problemas —declaraba la actriz—. Mis padres eran afectuosos y atentos a mis necesidades y a las de mi hermana Mima, dos años más joven que yo. Mi madre me ayudaba a corregir mis deberes y se preocupaba de que siempre estuviéramos formales y bien vestidas. Mi padre procuraba aconsejarme buenas lecturas, todos los domingos nos llevaba a misa y luego a comprar la pasta. Entre nosotros había una gran armonía, pero ¡cuidado con hablar de sexo! Era el único tema tabú. Cuando empecé a interesarme por los chicos obviamente la atmósfera cambió, y se volvieron posesivos y severos, aterrorizados de que yo pudiera mantener relaciones sexuales. No me permitían salir por la noche y yo me escapaba por la ventana, me prohibían leer libros picantes (Moravia era considerado obsceno) y yo lo hacía a escondidas, me obligaban a vestirme de colegiala y yo, en cuanto salía de casa, corría a donde una amiga a ponerme tacones altos. No veía la hora de hacerme mayor y ser finalmente libre! [1]

Sus compañeros de reparto la solían retratar como una mujer interesada y fría, capaz de estar limándose las uñas durante el rodaje de una escena de sexo si el encuadre de la cámara se lo permitía. [2]

También fue perseguida, tanto judicialmente, por cuestiones de escándalo público y obscenidad, como por las feministas, que la acusaban de ser una mujer objeto.

—Las feministas (qué estúpidas) —se defendía— me acusan de ser una mujer objeto porque en mi trabajo de pornostar me presto a todas las fantasías de los hombres (que también pueden ser las de las mujeres). Yo en cambio no me siento usada y me resulta placentero representar el sexo en todas sus formas. Para mi la mujer objeto es el ama de casa que lava, cose, plancha y cocina para la familia, muy a menudo con escasas satisfacciones. [3]

Su público, en cambio, la adoraba incondicionalmente.

Un público amplio y variado, sin duda, entre el que se incluía el polifacético intelectual Umberto Eco, quien recomendaba acudir al espectáculo de la diva si un@ se sentía en la necesidad de ampliar nociones acerca de la cuestión erótica.



La primera vez que tuve noticia suya fue en una comedia italiana que ponían en alguna tele y de la que su turbadora presencia es la única cosa que recuerdo:

En un momento dado aparecía desnuda frente a la cámara, primero de pie, apoyada contra la pared, y luego en cuclillas, estática y en silencio, mirando indiferente al objetivo en lo que era una prolongada exhibición.

Aquello fue suficiente para que empezara una búsqueda que no era a ciegas, precisamente, pero sí bastante errática, sin siquiera el dato de un nombre; hasta que años después reapareció en un vídeo porno en lo que lo único brillante era su ahora todavía más turbadora presencia.

Estaba claro que mediaban algunos años y muchas cosas entre una y otra aparición, pero allí estaba otra vez y también se podía ver que en el intervalo había crecido.

En cuanto a aquellas películas, estaba claro que en aquellas encerronas la única posibilidad de brillar y destacarse era ser como ella, sencillamente, ya que la masiva y sofocante sordidez ambiental hacía que se esfumara cualquier otro cosa que únicamente fuera conato y no algo con un sentido bien autónomo y firme.

Desde este punto de vista Moana Pozzi destacaba con una luz propia que la sitúa en primera fila dentro del rango de figuras excepcionales de este panorama expresivo, junto a otros personalidades de las que quizás se podrá tratar en otra ocasión, haciendo de ella la diva que sigue siendo.

Dentro de la progresión de su carrera, tampoco faltó una breve incursión en el extrañísimo panorama de la política italiana (!!!), junto a Ilona Staller, más conocida como Cicciolina, y que pasó sin otra pena ni gloria que servir para aumentar aún más su ya bien significativa popularidad.

Y el siguiente paso en esta progresión fue el salto a Estados Unidos, lo que supuso una mejora sustancial de su cotización profesional, sin duda, así como una mejora aparente en la calidad de las producciones en las que intervino.

Una mejora aparente, ya que nada nuevo ni más interesante añadió a su bien establecida significación icónica.

Desde lo que uno conoce, de ese periodo hay un único plano que consigue trascender la característica monotonía industrial del sistema de producción norteamericano, para convertirse en algo revelador; y que tiene todos los visos de ser un "accidente", algo completamente ajeno a las romas condiciones de ese tipo de planificación:

En un momento dado resulta que la cámara sigue en funcionamiento después del rodaje de una escena, de modo que se puede ver a sus participantes, 2 ó 3 hombres y alguna mujer, mientras se recuperan en el set, tumbados y sesteando aquí y allá por los sofás.

Tras una pausa larga, la cámara se mueve hacia abajo, tanteando para ajustar el encuadre, centrándose en la única figura que yace en el suelo y que es también la única que da muestras de estar despierta: Moana, que está recostada y con la cabeza apoyada sobre un brazo como si estuviera a la espera, dispuesta para continuar.

Moana repara en el movimiento y luego de hacer un gesto cómplice con la mirada, dirigido en primera instancia al operario de la cámara, modifica la posición de su pierna para ofrecer un plano más completo de sus muslos y trasero.



Aparte de este hallazgo, aun a pesar de su precariedad técnica y de medios, unida a su inapelable crudeza de planteamientos, sin duda que la parte más significativa de la producción de Moana Pozzi es la que hace en Europa; muy seguramente y también muy precisamente porque tales condiciones hacen que emerja con más claridad lo que de singularmente carismático tenía ésta que no dudaré en calificar de artista, ya que no de actriz.

—Muchos me dicen: "Eres una puta, una prostituta pública". No me importa lo que la gente piense de mí, aunque tampoco veo nada grave en ser una puta. [4]

Lo que parece imposible negarle es que, fiel a su divisa —"Vive como si tuvieras que morir mañana y piensa como si nunca tuvieras que morir" [5]—, Moana Pozzi se volcó de lleno en conquistar su independencia, que pasaba por ganar mucho dinero:

—Me gusta contemplarlo, tocarlo, gastarlo e ingresarlo en el banco (es de buen genovés ser ahorrador). Es para mí el medio para poder hacer y tener casi todas las cosas que deseo. Sin dinero no me siento tranquila ni feliz. [6]

Para ella pecado eran otras cosas:

—Para mí lo prohibido es: No experimentar todo eso que nos produce curiosidad, tener demasiada confianza en los demás, no saberse dejar llevar por los sentimientos y las pasiones, no mantener el propio cuerpo en buena forma, maltratar los animales y las plantas, dejarse atrapar por la tristeza más de una vez a la semana… [7]

3 eran sus mayores temores: el sufrimiento físico, envejecer y depender afectivamente de alguien. [8]

—Pienso en la vejez con horror y no consigo encontrarle ningún aspecto agradable o constructivo. Las únicas cosas que me trae a la mente son la decadencia física y la muerte. [9]

En cuanto a la muerte:

—Morir no me causa temor, sólo temo el sufrimiento físico. Cuando suceda, deseo ser incinerada, no quiero funerales, lápidas ni fotografías. Mis cenizas habrán de ser esparcidas en el mar.[10]

En el lugar donde fue concebida y del que sus padres tomaron su nombre para bautizarla, Moana, ya que en hawaiano significa "mar abierto", "oceano"…





Citas textuales:

[1] Ricordo la mia infanzia come un periodo sereno e senza problemi. I miei genitori erano affettuosi e attenti ai miei bisogni e a quelli di mia sorella Mima, di due anni più giovane. Mia madre ci aiutava a correggere i miei compiti e si preoccupava che fossimo sempre in ordine e ben vestite. Mio padre cercava di consigliarci buone letture, tutte le domeniche ci portava a Messa e dopo a comperare le paste. tra di noi c'era una grande armonia ma guai a parlare di sesso! Era l'unico argomento tabù. Quando cominciai ad interessarmi ai ragazzi ovviamente l'atmosfera cambiò, i miei diventavano possessivi e severi, terrorizzati dalla possibilità che io potessi avere dei rapporti sessuali. Di sera non mi facevano uscire e io scappavo dalla finestra, mi proibivano di leggere libri spinti (Moravia era considerato osceno) e io lo facevo di nascosto, mi obbligavano a vestire da collegiale e io, uscita da casa, correvo da una mia amica a mettermi minigonna e tacchi alti. Non vedevo l'ora di diventare maggiorenne e di essere finalmente libera!

[2] Sembrava non accorgersi di nulla. Se la telecamera la inquadrava solo nelle parti intime era capace di limarsi le unghie. Quello che avveniva dentro la sua vagina sembrava non riguardarla. 

[3] Le femministe (quelle stupide) mi accusano di essere una donna oggetto perchè nel mio lavoro di pornostar mi presto a tutte le fantasie sessuali degli uomini (che poi sono anche quelle delle donne). Io invece non mi sento usata e mi piace rappresentare il sesso in tutte le sue forme. Per me la donna oggetto è la casalinga che lava, cuce, stira e cucina per la famiglia, molto spesso con poche gratificazioni.
(Roberto Malone)]

[4] Molti mi dicono:"Sei una puttana, una prostituta pubblica". Non mi importa di quello che la gente pensa di me e comunque nell'essere una puttana non ci vedo niente di male.

[4] Vivi come se dovessi morire domani e pensa come se non dovessi morire mai.

[5] Mi piace guadagnarlo, toccarlo, spenderlo e metterlo in banca (da buona genovese sono piuttosto parsimoniosa). Per me è il mezzo per poter fare e avere quasi tutte le cose che desidero. Senza soldi non mi sento né tranquilla ne felice.

[6] Molti mi dicono:"Sei una puttana, una prostituta pubblica". Non mi importa di quello che la gente pensa di me e comunque nell'essere una puttana non ci vedo niente di male.

[7] Per me è proibito: non sperimentare tutto ciò che ci incuriosisce, avere troppa fiducia negli altri, non sapersi lasciare andare ai sentimenti e alle passioni, non tenere in forma il proprio corpo, maltrattare gli animali e le piante, lasciarsi prendere dalla tristezza per più di una volta alla settimana.

[8] Mi spaventano solo tre cose: la sofferenza fisica, la vecchiaia e la dipendenza affettiva da una persona.

[9] Penso alla vecchiaia con orrore e non riesco a trovarci nessun aspetto piacevole o costruttivo. Le uniche cose che mi fa venire in mente sono il decadimento fisico e la morte.

[10] Morire non mi fa paura, temo solo la sofferenza fisica. Quando succederà desidero essere cremata, non voglio il funerale, lapidi e fotografie. Le mie ceneri dovranno essere sparse nel mare.

viernes, septiembre 14, 2007

La Luna se esconde…



Hum hum, parece que la Luna anda un tanto huraña y escondida…

Con este día gris y a estas alturas del verano, cuando ya declina, no es que sea un mal momento para dedicarlo a la introspección, pero…

Se echa de menos su presencia. Su ausencia ya mo me deja indiferente, ni la puedo mirar con desapego, simplemente contemplándola, como si nada.

A veces, incluso, puede llegar a sobresaltarme.

Sucede así cuando me coge de sorpresa, como hace unos días:

Iba hacia el parque tan tranquilamente, distraído con mis cosas, cuando al levantar la mirada allí estaba ella, inmensa, asomando entre las ramas de los árboles.

Si la busco en la noche y me detengo a contemplarla, entonces todo es muy apacible, como una pausa de calma y serenidad.

Pero cuando es ella la que sale a mi encuentro, buscando mi mirada, entonces parece que me reprochara mi descuido, como si pensara que la tuviera olvidada, abandonada.

Claro que ella no pensaría así si supiera cómo la busco y la necesito muchas noches, cuando el cielo está cubierto de negros nubarrones, ay…

jueves, septiembre 13, 2007

En el fondo de unos ojos oscuros…

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto

Poema 15 (de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada"), de Pablo Neruda (Chile 1904-1973).


Como suelen repetir hasta los más elementales manuales chusqueros, los planes son esas cosas muy estudiadas e imprescindibles que hay que dejar de lado en cuanto se entra en la refriega. Así pues, esta noche tan esperada ha ido derivando a su aire, hasta el punto de que igual hubiera sido mejor remitirse directamente a aquello de "Puedo escribir los versos más tristes esta noche…".

Pero no.

"Más no importa —exclamó Anaïs Nin—, pues huiremos por la virginal claraboya".

La velada ha estado muy muy bien, en el exclusivo sentido de que ha sido una velada única y, por supuesto, irrepetible.

(Ya que, eso sí que sí, ha sido como una vacuna que garantiza que nada parecido podrá volver a suceder, al menos en mi presencia y con mi asentimiento. Sí, totalmente de acuerdo en que nunca digas que de este agua no beberás ni que ese cura no es tu padre, pero tengo la absoluta certidumbre de que es ésta una cuestión completamente diferente. De hecho, ya desde el principio era como un "déjà vu", y como los "déjà vu" no se suelen repetir, que digamos…)

Ideas negras y tristezas.

Hum hum, "cuando quedas atrapado en la destrucción, debes abrir una puerta a la creación", diremos pues con Dick Turpin.

miércoles, septiembre 12, 2007

Menos análisis, menos filosofía, menos poesía…


Anaïs Nin, al "coleccionista" que le venía a pedir que fuera al grano:

Querido coleccionista:

Le odiamos. La sexualidad pierde su fuerza y su magia cuando se hace explícita, automática, exagerada, cuando se convierte en una obsesión mecánica. Llega a ser aburrida. Usted nos ha enseñado mejor que nadie lo erróneo que es no combinarla con la emoción, la sed, el deseo, la lujuria, los antojos, los caprichos, los lazos personales, las relaciones más profundas, que cambian su color, su sabor, sus ritmos y sus intensidades.

No sabe usted lo que se pierde con su análisis microscópico de la actividad sexual y la exclusión de todo lo demás, sin el combustible que la enciende: lo intelectual, lo imaginativo, lo romántico, lo emotivo. Es todo esto lo que da a la sexualidad sus sorprendentes texturas, sus sutiles transformaciones, sus elementos afrodisiacos. Usted reduce el mundo de sus sensaciones. Lo está marchitando, lo hace pasar sed, lo deja sin sangre... No hay dos pieles que tengan la misma textura, nunca hay la misma luz, ni la misma temperatura ni las mismas sombras, ni tampoco el mismo gesto; porque el amante, cuando está encendido por un verdadero amor, puede recorrer la interminable historia de tantos siglos de cuentos de amor. Una enorme gama, enormes cambios de época, variaciones de madurez e inocencia, perversidad y arte, animales graciosos y naturales.


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Más acerca de Anaïs Nin:

http://www.jornada.unam.mx/2002/06/02/sem-anais.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Anaïs_Nin

martes, septiembre 11, 2007

Respuesta afirmativa…

Vamos a ver:

"Días de mucho, vísperas de nada", adviertes, y por mi parte procuraré aguardar más o menos pacientemente a que te llegue esa hora de abrumarme con "historias, sueños, pensamientos y demás cosas raras" que prometes.

(!!!)

Y también procuraré seguir tus recomendaciones y contenerme las ganas de responderte a cada paso: Si así lo prefieres y hasta nueva er… mmm… orden, sólo seré todo ver, oír y callar.

"Menos análisis, menos filosofía, menos poesía", quién lo decía? O era al revés: más de todo?

Hum hum, tendré que aumentar más todavía la dieta marina, a la búsqueda y captura del fósforo perdido.

(Las ostras están la mar de accesibles en la vecina H, y septiembre es mes con erre, así que… Y mañana podrían estar ideales para cenar, hum hum, a ver qué tal luego con los sueños)

lunes, septiembre 10, 2007

Manual del buen conversador

Llega un punto en que uno ya no sabe nada, aparte del chiste de los 2 ceros en el desierto.

El verano se esfuma como se esfuma todo (todo lo que merece la pena).

(Ergo, el verano es cosa buena).

Sí, he soñado en que andábamos juntos, a nuestro aire.

Y sí, esto de soñarte no se trataría de una señal, y ni de un prodigio ni cosa excepcional, de acuerdo:

No se trata de un capricho milagroso, entonces, verse, encontrarse y abrazarse en sueños.

Por el contrario, se trataría de algo muy lógico y natural, teniendo en cuenta la significativa variación en mi dieta alimentaria.

Dos puntos:

Confieso que le estoy dando casi abusivamente a la proteína marina, sí.

Estoy persuadido de que en cuestión de calcio las algas son 10 veces más pródigas que la leche de vaca pasteurizada y sin pasteurizar.

Opino según mi particular experiencia que no está contraindicado cenar pesca sicoactiva, puesto que no considero perjudicial soñar y aún menos tener memoria de lo que se sueña.

Y sí, admito que no todos los sueños que se recuerdan son necesariamente agradables, pero me niego a aceptar que sean perjudiciales ni contraproducentes, sino todo lo contrario.

(Continuará…)

El caso es que, en lo que nos ocupa, Alfa y Omega se encontraban de vacaciones, en un lugar cercano y confortable, tan tranquilamente, en contra de todas las leyes de la gravedad y la tipificación del código penal (en materia de política familiar, en primer lugar).

El sitio era muy muy muy agradable, a pesar de que fuera de pago y, sobre todo, lo mejor es que estaba regido por una inflexible vestal, viuda ella y madre de una flota adolescente, y un tanto reseca ya por la soledad y el esfuerzo.

Y sí, bastaba reparar en su mirada, para saber que allí permanecía el genio generoso y entregado, se supone que a la eterna promesa del amor…

En todo caso, ésa era su casa, que la abría y brindaba como mejor le parecía, teniendo en cuenta las circunstancias; y, en medio de esas circunstancias y favorecidos por ellas, Alfa y Omega eran sus huéspedes; por un tiempo que se diría único, irrepetible, netamente improbable…

Hum hum…

La noche ha sido como la llegada de la caravana al oasis, con sus demasiado cortas horas para satisfacer tanta sed.

Las horas han resultado parcas para el encuentro. A pesar de las muchas señales y marcas, también han sido muchas las voces y caricias que se han quedado en la cola, sin llegar a ser atendidas ni tenidas en cuenta.

Alfa y Omega ya antes habían acordado en que habría de haber una noche, y que esa noche sería definitiva, sin dejar ningún resquicio sin esclarecer ni eliminar, pero a pesar de ello reconocen a la primera que este amanecer del sueño tiene sentido.

Tiene sentido, p ej, que justo detrás de la habitación discurra un limpio arroyo al que poder descender para lavarse, y luego poder sentarse con los pies sumergidos en la vivificante corriente, mientras se oyen los murmullos, rumores y clamores entre la vegetación del bosque cercano.

Mientras se alivian en el agua fría, Alfa y Omega se contemplan; como si fuera por primera vez; (y es éste el punto fuerte del sueño, con los cambiantes colores de fondo de los ojos de la anfitriona).

Las paredes exteriores de la habitación resultaban ser algo así como una jaula colgante sobre el arroyo, perdiéndose en el bosque como un nido más. Puedo reconocer un lugar parecido, en el que los blancos miradores de esqueleto se interponen en medio del bosque (o en esa selva que mucho suele resultar ser el sendero común).

En fin, para tu tranquilidad, te diré que también he tenido otros sueños; y que se trataba de sueños muy muy muy desagradables, pero que también me interesaban mucho.

Resúmen provisonal: Me interesan los sueños y me interesas tú.

sábado, abril 21, 2007

La primavera la sangre altera

Hum, ya era hora de reaparecer por aquí, y hoy hay unos cuantos motivos suficientes.

En primer lugar el día, sí, que hoy ya olía definitivamente a primavera, especialmente al atardecer.

Las glicinias ya hace días que lo invaden todo, pero todavía faltaba esta atmósfera templada que invita al abandono indolente en el banco de cualquier parque público…